Esta es la historia que me hubiera gustado contar.

¿Recuerdas el post anterior? El hubiera no existe, pero este hubiera me gustaría haberlo contando.

¡Conoce la historia alterna, en otro multiverso, de Gustavo y su empresa familiar!

Gustavo, de joven, inicio su emprendimiento después de haber trabajado por varios años para una importante empresa internacional de herramientas eléctricas. Cuando salió desempleo formó una sociedad con varios de sus ex compañeros, misma que no funcionó y que lo llevó a la idea de crear su propio negocio.

Siendo un joven egresado de una carrera trunca en ingeniería, su gusto por las máquinas eléctricas lo llevó hacer uno de los mejores mecánicos y con ello comenzó a posicionarse, con su negocio, como uno de los principales competidores del corporativo internacional. En tan sólo pocos años pudo abrir algunas sucursales en la zona conurbada de la Ciudad de México.

Sin embargo, a medida que la empresa crecía, Gustavo comenzó a enfrentar desafíos. Entre su plantilla contaba con diversos colaboradores, amigos y conocidos en el propio entorno familiar. El primogénito de sus hijos, o sea yo, somos muy homónimo contaba con una corta edad Y esto hacía que no tuviese una imagen de liderazgo ni la confianza de los adultos. La falta de un protocolo familiar y de prácticas de gobierno corporativo adecuadas no existían pues Gustavo padre no tenía experiencia administrativa y Gustavo hijo aún estaba en un proceso de formación académica. Nadie de la familia tenía una experiencia en el ámbito del emprendimiento y esto estaba afectando la gestión de la empresa y la armonía familiar.

En el imaginario que no ocurrió, Gustavo padre se dio cuenta de que necesitaba implementar un protocolo familiar y mejorar el gobierno corporativo en su empresa para asegurar su éxito a largo plazo. Decidió tomar medidas para abordar esta situación.

En primer lugar, convocó a una reunión familiar para discutir los desafíos que enfrentaban como empresa familiar y la importancia de establecer reglas claras y una comunicación abierta. Trabajaron en conjunto para desarrollar un protocolo familiar que estableciera las bases para la gestión de la empresa y la sucesión generacional.

Luego, buscó asesoramiento de expertos en gobierno corporativo para implementar prácticas adecuadas en el negocio. Creó una junta directiva independiente compuesta por miembros de la familia y expertos externos, para supervisar la gestión de la empresa y garantizar la toma de decisiones objetivas.

Gustavo también implementó políticas de transparencia en la contabilidad y en la toma de decisiones, y estableció procesos claros para la selección y capacitación de los miembros de la familia que formarían parte del equipo directivo de la empresa.

El resultado fue asombroso. La empresa de Gustavo y su famiia comenzó a tener un crecimiento sostenible y una gestión más profesionalizada. La comunicación entre los miembros de la familia mejoró, evitando conflictos y malentendidos. Y la empresa también ganó la confianza de los empleados y clientes, lo que les permitió ampliar su base de clientes y mejorar su reputación en el mercado.

Ambos, padre e hijo, compartieron su experiencia con otros emprendedores en el sector de empresas familiares en México, destacando la importancia del protocolo familiar y el gobierno corporativo en la gestión exitosa de este tipo de empresas.

La historia de Gustavo padre y Gustavo hijo se volvió un ejemplo inspirador para otros emprendedores en México, mostrando cómo implementar prácticas adecuadas de gobierno corporativo y un protocolo familiar puede asegurar el éxito y la continuidad de las empresas familiares en el país. Esta historia no existió, pero hoy, Gustavo hijo, es decir, yo; podemos compartir esta experiencia tenemos éxito para que las empresas familiares enfrentan las problemáticas actuales.

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